En el cuerpo humano se localizan aproximadamente 600 ganglios linfáticos, entre los cuales las regiones submandibular, axilar o inguinal son palpables en condiciones de salud. La linfadenopatía cervical como condición patológica es un síntoma que aparece con frecuencia tanto en adultos como en niños, con una tasa de hasta el 45% de niños que muestran linfadenopatía palpable . Las razones de esta inflamación pueden variar desde causas malignas a no malignas. Mientras que la mayoría de las inflamaciones de los ganglios linfáticos en los niños están causadas por infecciones, la tasa de linfadenopatías por motivos malignos aumenta con la edad. Las probabilidades medias se sitúan entre 1,03 y 1,05 por cada aumento de 10 años . Se ha descrito que los principales patógenos bacterianos de la adenitis cervical supurativa son las infecciones por S. aureus y estreptococos del grupo A . Otros patógenos, como las micobacterias típicas o atípicas, la Bartonella henselae o el F. tularensis, son más infrecuentes, pero nunca deben ignorarse como diagnóstico diferencial.
En el examen clínico, los ganglios linfáticos de la zona del cuello mayores de 1 cm se describen como agrandados, excepto los ganglios yugulodigástricos; en este caso, se acepta 1,5 cm como tamaño normal . Los signos de inflamación, el dolor al presionar los ganglios y la movilidad insuficiente en el subsuelo son otros marcadores patológicos que no se observan en condiciones de salud. En particular, la movilidad insuficiente es un marcador predictivo de la rotura de la cápsula del ganglio en los procesos malignos. Los llamados síntomas B malignos adicionales, como fiebre, pérdida de peso o sudores nocturnos, suelen estar presentes al mismo tiempo.
Un primer algoritmo para la evaluación estructural de los pacientes con linfadenopatía fue propuesto en 1978 por Greenfield y Jordan . Aunque estas sugerencias han sido muy criticadas, los elementos básicos se siguen utilizando hoy en día en los flujos de trabajo de los exámenes. En un procedimiento diagnóstico, la anamnesis detallada debe ser siempre el primer paso. Los médicos suelen obtener los primeros indicios de la causa de la inflamación. La anamnesis debe ir seguida de la exploración clínica. Debe prestarse especial atención a los cambios visibles extraorales o intraorales, como cicatrices (típicas de las infecciones por Bartonella), dientes cariados o formaciones malignas. Más de la mitad de los diagnósticos pueden realizarse con estas modalidades . El análisis de sangre (al menos el recuento sanguíneo, la proteína C reactiva, ± la procalcitonina/interleucina-6) completa estos pasos iniciales.
La ecografía médica del cuello sigue siendo el método de elección para el examen instrumental, especialmente de los ganglios linfáticos cervicales superficiales. La ecografía está ampliamente disponible y no tiene radiación ionizante. Podría ser superior a otros métodos de imagen en la diferenciación de los ganglios metastásicos de los no metastásicos utilizando la sonografía Doppler . Las desventajas son la baja profundidad de penetración y las grandes diferencias de calidad causadas por la experiencia de los investigadores. Para la detección de ganglios cervicales profundos, como los del espacio retrofaríngeo, debe realizarse siempre una TC. Es el método de primera elección para el estudio y seguimiento de los ganglios metastásicos del cuello. También es el método de elección para definir la localización exacta de los ganglios agrandados y su relación con las estructuras circundantes. La resonancia magnética (RM), como método libre de radiación, proporciona una alta resolución de contraste de los tejidos blandos para la evaluación morfológica de los ganglios linfáticos y sus relaciones. Las imágenes ponderadas por difusión permiten distinguir los ganglios linfáticos benignos de los malignos. Debido a su limitada disponibilidad y a su elevado precio, no debe utilizarse como algoritmo de diagnóstico estándar, excepto para el examen de los niños.
La evaluación histopatológica de la evolución debe seguir como diagnóstico en las patologías ganglionares persistentes. La biopsia de escisión abierta de los ganglios linfáticos se considera el estándar de oro especialmente en el diagnóstico del linfoma maligno . Métodos como la aspiración con aguja fina o la biopsia con aguja de corte son menos invasivos, consumen menos tiempo y pueden realizarse con anestesia local. Debido a los avances en los métodos inmunohistoquímicos y citopatológicos, su precisión ha aumentado en los últimos años, pero nunca ha alcanzado la precisión de la escisión, especialmente en los ganglios linfáticos agrandados que muestran un patrón heterogéneo de la enfermedad. En el diagnóstico de metástasis de los ganglios linfáticos o en el examen de los ganglios linfáticos profundos con proximidad a estructuras vitales, como vasos sanguíneos y nervios maduros, la biopsia por escisión debe seguir siendo el método de elección.
Para la enfermedad de la tularemia son útiles todos los métodos de diagnóstico mencionados anteriormente. La anamnesis detallada suele revelar el contacto con animales en el pasado o que los pacientes son agricultores o cazadores con estrecho contacto con animales salvajes. Las cicatrices en la cara, la boca o el pelo pueden ser visibles como portales de entrada en la forma ulceroglandular, además de una inflamación masiva de los ganglios linfáticos en la región del cuello. Los métodos de diagnóstico indirecto, como los análisis de suero, no son precisos, especialmente en las dos primeras semanas tras la infección primaria. Por lo tanto, el diagnóstico precoz debe realizarse mediante la identificación directa del patógeno utilizando métodos biológicos moleculares como el ensayo de inmunoabsorción ligado a enzimas (ELISA) o diferentes métodos de PCR como la PCR de transcriptasa inversa (RT) o incluso la PCR de ADNr 16S, que muestra una menor sensibilidad en comparación con la RT-PCR convencional. El material de muestra para la investigación puede obtenerse a partir de hisopos de la lesión ulcerosa. Los ganglios linfáticos agrandados o «fundidos» en los ganglios linfáticos deben ilustrarse mediante un examen ecográfico. Para una localización más detallada de los ganglios linfáticos supurativos o de los empiemas, especialmente antes de un posible drenaje, se puede utilizar un TAC adicional. Esta intervención debe combinarse siempre con una identificación directa del patógeno.