Una ampolla es una burbuja de líquido que se forma debajo de la piel, en las capas más externas. Si el tamaño de la ampolla es pequeño también se le llama vesícula, sin embargo, si es grande se le denomina bulla. El líquido que rellena la ampolla es producido por el cuerpo como respuesta a una lesión. Generalmente se producen en las manos y en los pies, aunque pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo.

Causas de aparición de las ampollas

Las ampollas pueden formarse por dos tipos principales de causas, la primera por lesiones del tejido cutáneo debido a quemaduras -solares, por fuego o por contacto con sustancias o materiales que están a temperaturas muy elevadas-, abrasiones por fricción -roces del zapato, calcetines, guantes, etc.- o el contacto con determinadas sustancias químicas. Por lo general, este tipo de lesión se produce en las capas externas de la piel y se cura rápidamente sin dejar cicatrices.

Pero existen otro tipo causas que originan la aparición de ampollas y que comienzan en las capas más profundas de la piel. Estas lesiones pueden dejar marcas o son más complicadas de curar.

Por lo general, son parte de la sintomatología de enfermedades como:

  • Infecciones víricas como la varicela o el herpes Zoster.
  • Infecciones producidas por hongos.
  • Trastornos autoinmunes como el pénfigo ampolloso o vulgar.
  • Reacciones alérgicas a determinados medicamentos.
  • Dermatitis de contacto como la que produce la hiedra venenosa.
  • Otras enfermedades dermatológicas: dermatitis atópica, dermatitis herpetiforme, porfiria, impétigo, epidermólisis bullosa, etc.

¿Cuándo acudir al médico?

Las ampollas producidas por el roce o fricción de un agente externo a la piel, por lo general, se curan por sí solas, únicamente es cuestión de tiempo. Pero es importante mantener los cuidados adecuados para evitar posibles complicaciones.

Sin embargo, en las siguientes circunstancias se debe acudir al médico para que evalúe la situación:

  • Si la ampolla es parte de una enfermedad es necesario acudir al médico para que realice un abordaje completo del problema y decida cual es el mejor tratamiento y si es necesario drenar.
  • Si se asocia a picor es esencial evitar rascarse, como en el caso de las dermatitis, pero si no se puede lo mejor es que el médico prescriba algún medicamento que ayude a aliviarlo.
  • Si el tamaño de la ampolla es excesivo, más de 2 centímetros.
  • Si se encuentra en áreas críticas como, por ejemplo, en la ingle o en la cara.
  • Cuando es motivo de una quemadura, especialmente en casos de quemaduras graves ya que es necesario un tratamiento específico.
  • Si se presentan síntomas de infección como: enrojecimiento e inflamación de la piel circundante, dolor, fiebre o secreción de pus.
  • Si no se conoce el origen de la ampolla.
  • O si se tiene alguna otra enfermedad como problemas de circulación o diabetes.

¿Cómo tratar una ampolla?

Lo más recomendable es evitar su rotura y no pincharla para extraer el líquido seroso que contiene, ya que de este modo se incrementa el riesgo de que pueda producirse una infección. Los cuidados de la ampolla deben realizarse con delicadeza para evitar que se rompan o se rasguen, especialmente cuando se procede al lavado de la zona en la que se encuentra. El lavado debe hacerse con agua y jabón y con mucho cuidado. Después, conviene taparla con un vendaje o gasa estéril para prevenir posibles lesiones.

Cuando se rompen las ampollas sin saberlo, el líquido sale al exterior y se seca en la piel. Entonces, se pueden formar costras amarillas en el lugar en el que se encontraban. Si no se curan adecuadamente, pueden llegar a infectarse. Por ello, si la ampolla se rompe, es grande, dolorosa o está situada en una zona en la que se puede reventar sola, se puede drenar siguiendo las indicaciones o bien acudiendo al médico:

  • Lo primero es lavarse las manos y la zona de la ampolla con agua tibia y jabón.
  • Desinfectar la zona de la ampolla con yodo.
  • Con una aguja limpia y esterilizada practicar unas punciones en la parte más cercana al borde. Hay que dejar que el líquido salga solo e intentar que manche lo menos posible la zona de alrededor.
  • Después, se aplica una pomada antibiótica y se coloca una gasa esterilizada para proteger la zona de posibles infecciones.
  • Es necesario observar todos los días como avanza su curación por si se produce alguna infección.

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