Arqueólogos submarinos de México han revelado detalles de los restos de un barco de vela que han localizado frente a la costa del estado de Quintana Roo.
Creen que el barco se hundió hace más de 200 años tras chocar con un arrecife.
Aunque la mayor parte de la madera se ha podrido, el cañón y el ancla del barco están bien conservados.
El pecio ha sido bautizado con el nombre de Manuel Polanco, el pescador que lo vio por primera vez y lo comunicó al Instituto Nacional de Arqueología de México.
‘Arrecife Pesadilla’
El pecio fue encontrado en las aguas del arrecife del atolón Banco Chinchorro, a unos 35 km de Majahual, en la costa caribeña de México, y se cree que data de finales del siglo XVIII o principios del XIX.
Los arqueólogos creen que se hundió tras chocar con el Banco Chinchorro, que era conocido coloquialmente como «Arrecife de la pesadilla» o «Arrecife del sueño» por los peligros que suponía para los marinos.
México ha declarado la zona como patrimonio cultural subacuático por los numerosos pecios que allí se encuentran, entre ellos dos galeones españoles.
El Manuel Polanco es el septuagésimo pecio que se encuentra en la zona.
El Instituto Nacional de Arqueología (INAH) de México fue alertado sobre los restos del velero: un ancla, a 2.El pescador Manuel Polanco le avisó de la existencia de los restos del velero: un ancla, un cañón de 2,5 metros de largo y lingotes de arrabio que se cree que sirvieron de lastre.
El Sr. Polanco, que ahora está jubilado y tiene más de 80 años, ya hizo algunos descubrimientos notables en los años 60 y 70.
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Entre sus hallazgos más conocidos se encuentran los restos de un barco apodado «40 cañones» y «El Ángel un velero que transportaba madera de tronco – una fuente natural de tinte púrpura – desde México a Europa.
Los restos que ahora estudian los arqueólogos del INAH fueron localizados ya en la década de los 90, pero los arqueólogos sólo realizaron sus primeras inmersiones para inspeccionarlos en los últimos dos meses.
Para honrar su contribución a la arqueología subacuática, los científicos del INAH decidieron bautizar el pecio recién localizado con el nombre del Sr. Polanco.
Debido a su avanzada edad, el Sr. Polanco no acompañó a los arqueólogos, sino que envió a su hijo Benito para ayudar a los arqueólogos a localizar el pecio.
Los científicos del INAH creen que los restos podrían haber pertenecido a un velero británico pero dijeron que necesitaban realizar más estudios antes de poder confirmar su origen.