Influencia en la diplomacia estadounidense
Monroe llevó a cabo numerosas misiones diplomáticas en las que abordó las amenazas internacionales más críticas a las que se enfrentaba su generación. El presidente George Washington nombró a Monroe ministro en Francia en 1794. El Tratado de Jay frustró los esfuerzos de Monroe por mantener relaciones cordiales con el Gobierno francés y fue retirado en 1796.
Monroe volvió a Francia en 1803 en una exitosa misión para ayudar a Robert Livingston en las negociaciones de la Compra de Luisiana. Monroe también fue ministro en Gran Bretaña desde 1803 hasta 1807, un periodo complicado por las disputas sobre los derechos de neutralidad de Estados Unidos. En 1805 Monroe viajó a España con la intención de conseguir el reconocimiento de la posesión estadounidense del oeste de Florida. Estados Unidos reclamó el territorio como parte de la Compra de Luisiana, pero Monroe no pudo obtener el consentimiento del Gobierno español.
Monroe se unió al Comisionado Especial William Pinkney en 1806 en el esfuerzo por detener la impresión británica de marineros estadounidenses y asegurar los derechos comerciales neutrales. Sin embargo, el tratado propuesto por Monroe y Pinkney no abordaba el tema de las incautaciones, por lo que el presidente Jefferson se negó a remitir el tratado al Senado.
Mientras ejercía de secretario de Estado en 1811, Monroe se convenció de que una declaración de guerra contra Gran Bretaña era la mejor opción para cambiar la política ofensiva británica. Junto con Madison, Monroe animó al Congreso a emitir una declaración de guerra, que llegó el 17 de junio de 1812. Monroe gestionó hábilmente la expansión de la ocupación militar estadounidense de Florida y ejerció como Secretario de Guerra en funciones durante la Guerra de 1812.
Aunque no hubo un claro vencedor, Estados Unidos salió de la guerra con un mayor prestigio internacional. Como presidente, los principales retos diplomáticos de Monroe provenían de la recesión del Imperio español en América y de las esperanzas del zar ruso Alejandro de poblar la costa de Oregón. Monroe respondió con eficacia. En 1819 gestionó hábilmente la adquisición total de Florida.
Junto con su influyente secretario de Estado John Quincy Adams, Monroe promulgó la Doctrina Monroe, que advertía a las potencias imperiales europeas de que no debían interferir en los asuntos de los nuevos estados independientes de América Latina ni en los posibles territorios estadounidenses en el hemisferio occidental. Adhiriéndose a los fundamentos intelectuales de la doctrina, Monroe concedió el reconocimiento diplomático a las repúblicas latinoamericanas recién independizadas.