A estas alturas probablemente hayas oído que los humanos no son buenos detectores de mentiras. Incluso en las mejores condiciones, nuestra capacidad para descubrir a alguien en una mentira no es mucho mejor que el azar. Lanza una moneda y eso es lo bueno que tendrás para saber si alguien te está tomando el pelo. Pero la situación no es desesperada: hay algunos trucos que pueden mejorar nuestras posibilidades, y algunos de ellos provienen de los profesionales de la alta tecnología para la detección de mentiras, aquellos que tratan de identificar a los ladrones y otros malhechores.
Lo que los profesionales han descubierto, utilizando los hallazgos de la ciencia cognitiva, es que la mejor manera de hacer tropezar a un mentiroso es interrumpiendo su patrón. Los mentirosos experimentados pueden seguir fingiendo porque trabajan con un guión interno. Por eso, si se les hacen preguntas, pueden dar respuestas sin mucho problema, siempre y cuando hayan considerado alguna versión de las preguntas (algo que los mentirosos suelen hacer). Lo que les causa problemas es lo inesperado. Cuanto más se vean obligados a salirse del guión, mayores serán las probabilidades de que el engaño se derrumbe.
Eso es lo que ha descubierto un nuevo estudio sobre cómo hacer tropezar a los ladrones de identidad. Los investigadores interrogaron a 40 personas sobre sus datos personales. La mitad de los participantes respondieron con la verdad sobre sí mismos, mientras que a la otra mitad se le dieron identidades falsas con detalles falsos que tenían que memorizar para responder a las preguntas. Mientras respondían, un software diseñado para rastrear los movimientos del ratón vigilaba cómo cada persona movía el cursor por la pantalla. Cuando se analizan los movimientos del cursor, se puede saber cómo piensa alguien en sus respuestas.
Los investigadores diseñaron las preguntas para solicitar información que la mayoría de la gente pudiera recordar, pero luego añadieron de forma errática algo que fuera difícil de falsificar. Por ejemplo, algunas de las preguntas se referían a la etnia y al lugar de residencia de la persona («¿Es usted italiano?», «¿Vive usted en Toscana?»), y luego se dejó caer inesperadamente una en la que se pedía el signo del zodiaco de la persona. Si es quien dice ser, probablemente ya sepa el signo de su mes de nacimiento, pero si está mintiendo, hay que pararse a averiguarlo.
Como se ve, el zodiaco resulta ser una lámina eficiente para descubrir el engaño. Cuando se compararon los datos del seguimiento del ratón con las respuestas a las preguntas, se pudo identificar a los mentirosos en el 95% de las ocasiones, aunque finalmente respondieran correctamente. La alteración del patrón era suficiente para detectar los signos reveladores del engaño.
El resultado es un refuerzo de lo que sabemos sobre la mentira gracias a la ciencia cognitiva: cuando se trata de determinar si alguien está mintiendo, lo inesperado es el mejor aliado. Cuando el patrón de pensamiento de alguien se interrumpe con lo inesperado, le obliga a salirse del guión. Lo más probable es que siga dando una respuesta, pero prestar atención a los detalles de su respuesta puede decirle mucho sobre si está siendo sincero. Ahí es donde hay que centrar el análisis: en el breve espacio de tiempo entre la interrupción y la respuesta.
Usar esa estrategia no garantiza que se acierte, pero ofrece muchas más posibilidades de descubrir una mentira que lanzar una moneda.
El estudio se publicó en la revista online PLoS One.
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