Hoy en día, en la era de las no-relaciones rápidas y los encuentros casuales a medias, cada vez más personas se quejan de la gran cantidad de parejas potenciales sin salida que, tal vez, a sus ojos, podrían haber sido La Elegida, pero que luego flaquean y no logran evolucionar.
Y eso le pesa a la gente. Porque, «podría haber sido algo, pero ‘ahora nunca lo sabrás'». Y a veces ese entramado de «¿y si…?» puede perseguirte.
Tuviste el comienzo de algo en tus manos, sentiste su textura tan real como el peso de su rostro en tu palma, y luego sentiste que se deslizaba entre las yemas de tus dedos, una forma amorfa que no podías sostener.
Casi te enviaron suficientes mensajes de texto. Casi se acercaron a ti lo suficiente. Casi se preocupan lo suficiente.
Casi les gustas lo suficiente.
Tal vez habrías conocido a sus amigos. Tal vez te hubieran presentado a sus padres. O tal vez lo hicieron, tal vez incluso les gustaste. Tal vez no fue suficiente. Tal vez te habrían llamado novia/novio y habrían tenido citas. Tal vez habrían hecho de esto algo real, y se habrían comprometido a algo que se pareciera más al «para siempre».
Tal vez.
Lo que más duele es tener sólo tu mitad
Duele saber que no estabais en la misma página, o preguntarse si en algún momento lo estuvisteis.
Lo que duele es invertir y amar y luego sentarse con la vergüenza de intentarlo; de darse cuenta de que malinterpretaste cada cosa que decían y hacían cuando estaban cerca de ti, y luego tener que aceptar todo lo que no hicieron cuando querías que lo hicieran.
Querías creer que les gustabas; que te querían; que eso podía ser. Pensaste que ellos sentían lo mismo durante ese primer y largo abrazo de despedida; esos infrecuentes mensajes de buenos días. Querías que todo significara algo, para ellos tanto como para ti.
Pensabas que se preocupaban por ti. Al menos tanto como tú te preocupabas por ellos.
Pero tu mitad de la realidad no era la realidad.
Él no veía tu situación de la misma manera que tú. Nunca tuvieron la intención de comprometerse.
Para ellos, tú eras un casi. El que casi era suficiente.
Y ahora todo lo que tienes es una sombra de casi
Y las sombras son difíciles porque no hay nada a lo que agarrarse.
Aquí tienes cómo seguir adelante…
En primer lugar: tienes derecho a tus sentimientos
Tienes derecho a sentirte esperanzado.
Tienes derecho a querer que sea algo.
Y tienes derecho a pensar que podría serlo.
Tienes derecho a invertir tu cuidado, tu atención, tu tiempo en algo que quieres.
Tienes derecho a enamorarte de ellos aunque ellos no se enamoren de ti. No tienes que basar tus emociones en las suyas.
Tienes derecho incluso a equivocarte en las señales. (Tienes derecho a equivocarte.)
Eres humano, en todos los frentes.
Aunque vuestra casi relación nunca se convirtiera en una relación oficial, esos momentos son válidos.
Aún compartíais algo que importaba, aunque fuera fugaz.
Aún era real. Y tú sigues importando a pesar de todo.
Segundo: vuelve a centrarte en el amor propio
Enfócate en ti mismo.
Si estás centrado en ti mismo y comprendes profundamente tu valor, la opinión de otra persona sobre ti (y si te quiere o no en tu vida) no sacudirá tu mundo.
Más allá de eso, filtrarás automáticamente a las personas que se alineen con tus puntos de vista. Atraerás a personas que compartan el valor que tienes de ti. Y cuando vuelques tus sentimientos en ellos, ellos volcarán sus sentimientos en ti a cambio.