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Así como Kenia ha sido un lugar donde las tecnologías de pago digital despegaron, creo que se convertirá en un campo de pruebas para la forma en que las personas interactúan con la IA y los robots. Las barreras de entrada son bajas y hay pocas leyes o costumbres sociales en torno a la IA, por lo que es como una pizarra en blanco para experimentar la coexistencia entre humanos y máquinas. En Kinshasa, hace casi 10 años, instalaron policías de tráfico robotizados y la gente los obedeció más que a los policías humanos, porque los robots no eran corruptos. Hay mucho potencial para aplicaciones de IA localizadas que ayuden a África a lidiar con los problemas africanos, lo cual es importante porque en 2050, una de cada cuatro personas será africana.

Los consumidores tendrán más poder y más protección

Helena Leurent, directora general de Consumers International (Reino Unido)

Los consumidores formarán parte de fideicomisos y cooperativas de datos que puedan salvaguardar sus derechos, negociar por ellos el uso de sus datos, alertarles de cómo se les vigila y auditar a las organizaciones que utilizan sus datos. Por ejemplo, los consumidores podrían querer que sus respectivos fideicomisos de datos conectaran directamente con los agricultores que garantizan el uso de prácticas de cultivo sostenibles. Los consumidores obtendrían mejores precios y tendrían más información sobre lo que compran; los agricultores podrían obtener datos y garantías sobre los patrones de compra y podrían diferenciar sus productos. Este «fondo común de datos agrícolas» podría impulsar la innovación en productos y servicios que ofrezcan a los consumidores más opciones y conduzcan a una mayor sostenibilidad.

El dólar dejará de ser la moneda de reserva del mundo

Michael Casey, director de contenidos, CoinDesk (EE.UU.)

El dólar es la moneda de reserva por su estabilidad. Si empresas de dos países diferentes firman un contrato con un pago a 90 días, fijan la transacción en dólares para protegerse de las fluctuaciones del tipo de cambio. Pero cuando existan monedas digitales con contratos inteligentes programables que puedan convertir a un tipo de cambio acordado y mantener el pago en custodia hasta su vencimiento, ya no necesitarán el dólar. Esto significa que las ventajas para las empresas estadounidenses tradicionales disminuirán, pero las empresas innovadoras, descentralizadas y con mentalidad global tendrán éxito.

Reconoceremos la fragilidad de las infraestructuras del siglo XX

Genevieve Bell, directora del Instituto 3A e investigadora principal de Intel (Australia)

Durante las últimas seis semanas mi país ha estado en llamas, y creo que 2030 se parece al mundo en el que vivo ahora. Uno, el clima está cambiando cada vez más rápido. Dos, de repente los australianos tienen que pensar mucho más en cómo se puede acceder tanto a sus datos personales como a los del gobierno para poder obtener a tiempo proyecciones de incendios, solicitudes de evacuación, informes sobre la calidad del aire, etc., de modo que las preguntas sobre los datos que sólo nos hacíamos los que estábamos a la vanguardia de la tecnología son ahora la corriente principal. Y, en tercer lugar, tendremos que lidiar con el hecho de que todas las infraestructuras del siglo XX -la electricidad, el agua, las comunicaciones, la propia sociedad civil- son frágiles, y esta fragilidad hará que el siglo XXI sea más difícil de cumplir.

Crearemos plásticos -y otros materiales- a partir de plantas

Zachary Bogue, socio director de Data Collective Venture Capital (EE.UU.)

Durante los últimos 80 o 90 años, nuestra innovación en materiales ha sido impulsada por el petróleo, recombinando los compuestos del petróleo en combustibles, plásticos, medicamentos, etc. Creo que recordaremos la década de 2020 como una década de innovación impulsada por la biología. La ingeniería genética de las plantas para sintetizar compuestos químicos abre un espacio de diseño exponencialmente mayor que el del petróleo, para crear nuevos materiales que nos permitan vivir de forma más sostenible e impulsar la economía. Ya está empezando a suceder: una de las empresas en las que invertimos fabrica un microbio que produce un sustituto del aceite de palma, por ejemplo. Lo que está permitiendo todo esto es el aumento masivo de la potencia de cálculo y de la IA que hace posible modelar y diseñar las vías metabólicas necesarias.

Los teléfonos chinos dominarán

Ronaldo Lemos, director del Instituto de Tecnología y Sociedad de Río (Brasil)

En 2030 las marcas de teléfonos móviles más famosas del mundo serán chinas y ejecutarán su propio sistema operativo, reduciendo la penetración de Android en el mercado a la mitad.

Las cadenas de suministro mundiales se desmoronarán y los países pobres sufrirán

Sharan Burrow, secretario general de la Confederación Sindical Internacional (Australia)

La impresión en 3D, la automatización y la robótica provocarán una localización masiva de la fabricación. Si puedo ir a mi tienda local y decir que quiero mis vaqueros con cuatro rayas y tres bolsillos y los quiero ahora, la industria de la moda rápida está en peligro. La producción de alimentos también se hará más local, y los esfuerzos por reducir la huella de carbono cambiarán los patrones de consumo. Así pues, las cadenas de suministro en las que se basa el comercio mundial -por muy deshumanizadas y explotadoras que sean en la actualidad- desaparecerán en gran parte de los países más vulnerables, dejando el potencial de los estados fallidos y una pobreza aún más desesperada. Lo que necesitamos son modos alternativos de trabajo decente, como el cuidado de los niños, la atención sanitaria, el cuidado de los ancianos, la educación. Tenemos que invertir en infraestructuras humanas, en apoyo y servicios.

Las pequeñas empresas utilizarán superordenadores

Peter Ungaro, director general de Cray (EE.UU.)

Por ejemplo, hay cientos de empresas que hacen componentes para los fabricantes de automóviles. Hoy en día utilizan pequeños sistemas informáticos para hacer dibujos CAD de sus piezas y algunas simulaciones. En el futuro, debido a todos los sensores que generarán datos, van a tener conjuntos de datos 10, 100, 1.000 veces mayores que los actuales sobre los que podrán calcular, cambiando la forma de modelar sus piezas. La tecnología con la que lo harán será como un mini-superordenador. Algunos lugares tendrán uno en sus instalaciones, y otros simplemente accederán a él a través de la nube. Y no tendrá que ser una de esas máquinas que hoy llenan dos canchas de baloncesto y consumen 30 megavatios. Lo reduciremos a un solo armario.