Se han encontrado muchos factores de riesgo para el melanoma, pero no siempre está claro cómo pueden causar exactamente el cáncer.
Por ejemplo, aunque la mayoría de los lunares nunca se convierten en un melanoma, algunos sí lo hacen. Los investigadores han encontrado algunos cambios genéticos en el interior de las células de los lunares que pueden hacer que se conviertan en células de melanoma. Pero todavía no se sabe exactamente por qué algunos lunares se convierten en cancerosos y la mayoría no.
El ADN es la sustancia química de cada una de nuestras células que compone nuestros genes, que controlan el funcionamiento de nuestras células. Normalmente nos parecemos a nuestros padres porque ellos son la fuente de nuestro ADN. Pero el ADN afecta a algo más que a nuestro aspecto.
Algunos genes controlan cuándo nuestras células crecen, se dividen en nuevas células y mueren:
- Los genes que ayudan a las células a crecer, dividirse y mantenerse vivas se llaman oncogenes.
- Los genes que mantienen el crecimiento celular bajo control, reparan errores en el ADN o hacen que las células mueran en el momento adecuado se denominan genes supresores de tumores.
Los cánceres pueden estar causados por mutaciones en el ADN (u otros tipos de cambios) que mantienen activados los oncogenes o que desactivan los genes supresores de tumores. Estos tipos de cambios en los genes pueden hacer que las células crezcan sin control. Normalmente se necesitan cambios en varios genes diferentes para que una célula se convierta en una célula cancerosa.
Mutaciones genéticas adquiridas
La mayoría de las veces, los cambios genéticos relacionados con el melanoma se adquieren durante la vida de una persona y no se transmiten a sus hijos (se heredan). En algunos casos, estas mutaciones adquiridas parecen ocurrir al azar dentro de una célula, sin tener una causa clara. En otros casos, es probable que se produzcan como resultado de la exposición a una causa externa.
Por ejemplo, los rayos ultravioleta (UV) son claramente una causa importante del melanoma. Los rayos UV pueden dañar el ADN de las células de la piel. A veces este daño afecta a ciertos genes que controlan el crecimiento y la división de las células. Si estos genes dejan de funcionar correctamente, las células afectadas pueden convertirse en células cancerosas.
La mayoría de los rayos UV proceden de la luz solar, pero algunos pueden proceder de fuentes artificiales como las camas de bronceado. Algunos daños en el ADN causados por la exposición a los rayos UV pueden producirse en los pocos años anteriores a la aparición del cáncer, pero gran parte de ellos pueden deberse a exposiciones que se produjeron muchos años antes. Los niños y los adultos jóvenes suelen exponerse mucho al sol, lo que podría no provocar un cáncer hasta muchos años o incluso décadas después.
El cambio más común en las células del melanoma es una mutación en el oncogén BRAF, que se encuentra en aproximadamente la mitad de los melanomas. Otros genes que pueden verse afectados en el melanoma son NRAS, CDKN2A y NF1. (Por lo general, sólo uno de estos genes está afectado.)
Algunos melanomas se producen en partes del cuerpo que rara vez están expuestas a la luz solar. Estos melanomas suelen tener cambios genéticos diferentes a los de los melanomas que se desarrollan en zonas expuestas al sol, como los cambios en el gen C-KIT (o simplemente KIT).
Mutaciones genéticas heredadas
Con menos frecuencia, las personas heredan cambios genéticos de uno de sus padres que aumentan claramente su riesgo de padecer melanoma.
Los melanomas familiares (heredados) suelen tener cambios en los genes supresores de tumores como el CDKN2A (también conocido como p16) o el CDK4 que les impiden realizar su trabajo normal de control del crecimiento celular. Esto podría acabar provocando un cáncer.
Algunas personas, como las que padecen xeroderma pigmentoso (XP), heredan un cambio en uno de los genes XP (ERCC), que normalmente ayudan a reparar el ADN dañado dentro de la célula. Los cambios en uno de estos genes pueden dar lugar a que las células de la piel tengan problemas para reparar el ADN dañado por los rayos UV, por lo que estas personas son más propensas a desarrollar un melanoma, especialmente en las partes del cuerpo expuestas al sol.
Las mutaciones genéticas pueden afectar a veces al tratamiento
Algunos de los cambios genéticos encontrados en las células del melanoma han demostrado ser buenas dianas para los fármacos que ayudan a tratar esta enfermedad. Por ejemplo, varios fármacos que se dirigen específicamente a las células con cambios en el gen BRAF se utilizan ahora para tratar los melanomas avanzados con estos cambios (véase Terapia dirigida para el cáncer de piel por melanoma).