El efecto de la Guerra contra las Drogas en las comunidades de color ha sido trágico: las disparidades en las sentencias y la aplicación selectiva de las leyes sobre drogas hacen que hoy haya más personas negras bajo el control de los departamentos de prisiones y correccionales que las que fueron esclavizadas por este país. A pesar de que los blancos cometen delitos de drogas a un ritmo mayor que los negros, los negros son encarcelados por delitos de drogas a un ritmo 10 veces mayor que el de los blancos.

Se han hecho algunos progresos: En 2010, el Congreso aprobó la Ley de Sentencias Justas (FSA, por sus siglas en inglés), que representa un esfuerzo bipartidista de una década para reducir las disparidades raciales causadas por las leyes draconianas de sentencias por cocaína crack y restaurar la confianza en el sistema de justicia penal, particularmente en las comunidades de color. Y en 2011, la Comisión de Sentencias de Estados Unidos votó a favor de aplicar retroactivamente las nuevas directrices de la FSA a los individuos sentenciados antes de la promulgación de la ley. Esta decisión contribuirá a garantizar que más de 12.000 personas -el 85% de las cuales son de raza negra- tengan la oportunidad de que un juez federal revise sus sentencias por delitos relacionados con el crack y posiblemente las reduzca.

Pero aún queda mucho por hacer. Es hora de poner fin a la injusta, antiestadounidense e infructuosa Guerra contra las Drogas.

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