En 1999, organizamos una fiesta en la piscina para el quinto cumpleaños de nuestra hija. Y como iba a haber muchos niños nadando en la parte poco profunda de nuestra piscina, decidimos contratar a un socorrista para asegurarnos de que siempre hubiera un par de ojos entrenados en el agua. Nuestra hija y un par de sus amigos ya estaban en la piscina cuando llegó el socorrista. Fue entonces (antes de que el ayudante contratado tuviera la oportunidad de quitarse la ropa de calle) cuando nuestro hijo de dos años, normalmente indeciso, decidió lanzarse al agua y unirse a las chicas.
Se fue directamente al fondo.
Por suerte, el socorrista entró en acción (con ropa de calle y todo), rescatando a nuestro hijo y validando nuestra decisión de contratarlo. Aparte de un breve episodio de tos y balbuceos, nuestro hijo no sufrió ningún daño.
Resulta que la inmensa mayoría (>95%) de los niños que pasan por una experiencia cercana en el agua salen bien, pero unos pocos (<5%) no. Esos pocos desarrollarán síntomas tardíos de ahogamiento. Conocer los signos y síntomas de ahogamiento -y lo que hay que hacer si se producen- puede significar la diferencia entre la vida y la muerte para los niños que inicialmente parecen estar bien después de un breve forcejeo en el agua.
Ahogamiento
El término ahogamiento se define como «el proceso de experimentar una alteración respiratoria por sumersión o inmersión en un líquido «* Hay muchos mecanismos que contribuyen a los síntomas respiratorios del ahogamiento. Estos incluyen:
- La presencia física de agua en los pulmones, que daña el tejido pulmonar e interfiere en el suministro de oxígeno.
- La alteración del surfactante, una sustancia parecida al jabón que evita que las pequeñas vías respiratorias se colapsen y se peguen.
- Laringoespasmo, que obstruye las vías respiratorias a nivel de las cuerdas vocales, reduciendo aún más el flujo de aire y el suministro de oxígeno.
- Edema pulmonar. Esto implica la acumulación de líquido corporal en los pulmones y es el resultado de un tejido pulmonar dañado, una parada cardíaca y otros factores.
El número y el grado en que se producen estos mecanismos determinan la gravedad de los síntomas y la rapidez con la que se producen.
¿Qué pasa con el ahogamiento cercano, el ahogamiento seco y el ahogamiento secundario?
El ahogamiento es el ahogamiento. Otros términos utilizados para describir el desarrollo de síntomas respiratorios tras la inmersión en el agua se consideran médicamente inexactos y no deben seguir utilizándose.
Síntomas de ahogamiento
Deberá vigilar de cerca a su hijo durante las 24 horas siguientes a un ahogamiento cercano. Los síntomas retardados de ahogamiento incluyen falta de aire, dificultad para respirar, tos y/o molestias en el pecho. También son posibles la fatiga extrema, la irritabilidad y los cambios de comportamiento.
Qué hacer
Manténgase alerta durante unas 24 horas, incluso si su hijo parece feliz y juguetón sin ningún problema aparente. Si nota algún síntoma respiratorio (incluida la tos persistente) o un comportamiento inusual, busque ayuda médica de inmediato. Si los síntomas son graves, llame al 911. El tratamiento de los ahogamientos va desde unas horas de observación en el servicio de urgencias hasta cuidados de apoyo en una UCI pediátrica.
Por otro lado, no hay razón para asustarse si su hijo no muestra síntomas de ahogamiento tras un contacto cercano con el agua. Recuerde que la aparición tardía de los síntomas de ahogamiento es poco frecuente y que no hay forma de predecir quién se verá afectado antes de que aparezcan los síntomas. Simplemente permanezca atento y preparado para actuar.
¡La prevención también es importante!
Nuestro hijo de dos años NO debería haber podido lanzarse a la piscina, ni siquiera con un socorrista presente. Fuimos culpables de una supervisión inadecuada, y los resultados podrían haber sido mortales. Asegúrese de leer nuestros consejos para mantener a sus hijos seguros en la piscina antes de salir a jugar al agua este fin de semana.
* Definición de ahogamiento: Un informe de progreso. Bierens J, Drowning 2e. Berline: Springer, 2014.
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