Los lunares en la piel de un niño generalmente no son nada de qué preocuparse. Los lunares nuevos aparecen durante la infancia y la adolescencia. A medida que el niño crece, los lunares aumentarán de tamaño de forma natural. También es normal que los lunares de la piel de un niño se oscurezcan o se aclaren. Algunos lunares desaparecen. Estos cambios son comunes y rara vez son un signo de melanoma, un tipo de cáncer de piel que puede comenzar en un lunar.
De hecho, el melanoma es raro en los niños pequeños. Aun así, hay ocasiones en las que un lunar debe ser revisado por un dermatólogo para estar seguros. Si se detecta a tiempo, el melanoma es muy tratable.
Lo siguiente puede ayudarle a decidir cuándo un dermatólogo debe examinar a su hijo.
- Moleo cambiante – Es normal que un lunar crezca al mismo ritmo que un niño. También es natural que los lunares de un niño se vuelvan más oscuros o más claros.
Si un lunar está creciendo (o cambiando) rápidamente, esto puede ser preocupante. Un lunar también puede ser preocupante si un cambio hace que el lunar se vea diferente de los otros lunares de su hijo. Los dermatólogos llaman a estos lunares «patitos feos». Tales cambios pueden ser un signo de melanoma.
Finalmente: Un dermatólogo debe examinar cualquier lunar en la piel de su hijo que esté creciendo (o cambiando) rápidamente o que tenga un aspecto diferente al resto.
- Lunar con forma de cúpula, con un borde irregular o que contenga diferentes colores: si ve un crecimiento elevado y redondo en la piel de su hijo que es de color rosa, rojo, bronceado o marrón, es probable que sea un nevus de Spitz. Se trata de un lunar inofensivo que suele aparecer entre los 10 y los 20 años de edad. Un niño también puede nacer con este tipo de lunar.
La superficie elevada puede ser lisa o rugosa. A veces, la superficie se abre y sangra.
Aunque un nevo de Spitz es inofensivo, puede parecerse mucho al melanoma, el tipo más grave de cáncer de piel. El melanoma puede sangrar, abrirse o tener forma de cúpula. Tanto un nevus de Spitz como un melanoma pueden tener más de un color.
Incluso cuando se observa con un microscopio, este lunar suele parecerse a un melanoma.
Cualquier mancha que se parezca a las descritas anteriormente, debe ser examinada por un dermatólogo. En algunos casos, el dermatólogo querrá extirparla. Sin embargo, si la mancha no cambia, el dermatólogo puede decidir vigilarla de cerca. A veces, estos lunares acaban desapareciendo sin necesidad de tratamiento.
Finalmente: Si su hijo tiene un crecimiento elevado, en forma de cúpula, o un lunar que tiene un borde irregular o diferentes colores, un dermatólogo debe examinarlo.
- Lunar que sangra: un lunar elevado puede engancharse en algo e irritarse. Sin embargo, si un lunar sangra sin motivo, debe ser revisado. Un lunar que parece una llaga abierta también es preocupante. El sangrado o la rotura de la piel pueden ser un signo de melanoma.
Finalidad: Si su hijo tiene un lunar que empieza a sangrar o parece una llaga abierta, un dermatólogo debe examinar el lunar.
- Muchos lunares: es normal que un niño o adolescente tenga nuevos lunares. Cuando un niño se convierte en adulto, es habitual que tenga entre 12 y 20 lunares.
Sin embargo, si su hijo ya tiene más de 50 lunares, debe ser atendido por un dermatólogo. Algunos niños que tienen muchos lunares contraen un melanoma a una edad temprana. Un estudio australiano descubrió que más de la mitad de los pacientes de 15 a 19 años con melanoma tenían al menos 100 lunares.
En resumen: Un niño con más de 50 lunares debe ser atendido por un dermatólogo. Si se detecta a tiempo, el melanoma es muy tratable.
- Lunar grande: la mayoría de los lunares son manchas redondas (u ovaladas) más pequeñas que la goma de un lápiz.
Algunos niños tienen lunares más grandes. Un lunar grande puede medir 7 pulgadas de diámetro o más. Un lunar gigante puede cubrir parte del cuerpo de un niño, como se muestra aquí. Los niños con este tipo de lunares suelen nacer con ellos. Estos lunares también pueden aparecer poco después del nacimiento.
Tener un lunar grande o gigante aumenta el riesgo del niño de desarrollar un melanoma y otros problemas de salud. Este riesgo es mayor cuando el niño es pequeño. Más de la mitad de los melanomas que se desarrollan en lunares gigantes se diagnostican antes de los 10 años de edad.
Finalmente: Un niño que tenga un lunar grande o gigante debe ser atendido por un dermatólogo. Si se detecta a tiempo, el melanoma es muy tratable.
Revisar los lunares en la infancia puede crear un hábito saludable para toda la vida
Mirar los lunares y hacer que se revise uno preocupante puede enseñar a su hijo lo importante que es conocer sus lunares. Si su hijo empieza a hacerlo a una edad temprana, es probable que se convierta en un hábito para toda la vida.
Proteger la piel de su hijo del sol ahora puede reducir su riesgo de padecer melanoma y otros cánceres de piel. Encontrarás formas sencillas y eficaces de proteger la piel de tu hijo en: Cómo prevenir el cáncer de piel
Imágenes
Cambio de lunares: Imagen utilizada con permiso de Journal of the American Academy of Dermatology: J Am Acad Dermatol 2011;64:559-72.
Nevos de Spitz: Imagen utilizada con permiso de Journal of the American Academy of Dermatology: J Am Acad Dermatol 2015;72:47-53.
Muchos lunares: Imagen utilizada con permiso de Journal of the American Academy of Dermatology: J Am Acad Dermatol 2015;73:491-9.
Moleo gigante: Imagen utilizada con permiso de Journal of the American Academy of Dermatology: J Am Acad Dermatol 2009;61:766-74.
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