Aladino comenzó como un antiguo cuento popular que fue transmitido de generación en generación por los narradores sirios. La historia de Aladino fue añadida posteriormente a la colección de cuentos de Las mil y una noches a principios del siglo XVIII por el escritor francés Antoine Galland, y desde entonces la fábula se ha ido desarrollando con el paso del tiempo.
En 1952 la historia se convirtió en una película titulada Aladino y su lámpara que fue dirigida por Lew Landers y protagonizada por Johnny Sands y Patricia Medina en los papeles principales. En 1992 Disney tomó la idea y desarrolló su propia película de animación, Aladdin, que fue dirigida por Ron Clements y utilizó las voces de Scott Weinger, Robin Williams y Linda Larkin. Una versión de Broadway basada en esta película llegaría a la Gran Vía Blanca en 2014 y convirtió en estrellas a sus intérpretes principales. Aladdin también se convirtió en una película de acción real en 2019 que fue protagonizada por Will Smith, Mena Massoud y Naomi Scott y recibió críticas algo medianas.
En 1992, y en un movimiento predecible para Disney, tomaron la fábula de dominio público de Aladdin y reelaboraron la historia para la película animada. Esta acción significa que no poseen los derechos de la historia, lo que reduce su capacidad de monetizar la marca como lo harían con otros activos de Disney como El Rey León o Los Increíbles, que son de su propiedad. Cuando Disney tomó las riendas de Aladdin y convirtió la historia clásica en una película de animación, no se esperaba que fuera muy taquillera, por lo que no asignó un gran presupuesto de marketing a la película, ya que en un principio gastó muy poco en su desarrollo. En un giro sorprendente, la película se hizo muy popular, muy rápidamente y en última instancia, hizo 504 millones de dólares para Walt Disney Studios, así como ser la película más exitosa de 1992.
Siguiendo el éxito de la película de 1992, el espectáculo de Broadway seguiría en 2014 y pasó a recibir cuatro nominaciones a los premios Tony y ganó sólo uno por «Mejor Interpretación de un Actor Destacado en un Musical» El libro para el espectáculo fue escrito y adaptado por Chad Beguelin que es un seis veces nominado a los premios Tony. Beguelin también trabajó en las letras del espectáculo, junto con las leyendas de Broadway Tim Rice y Howard Ashman. Ashman fue un talentoso letrista que trabajó también en muchos otros espectáculos de Disney. Ashman falleció a principios de 1991 y tras su muerte recibió un Grammy, un Tony y un Oscar por su creatividad en su trabajo teatral. Rice, el otro letrista principal del espectáculo, es uno de los pocos profesionales creativos con talento que forman parte del apreciado club de los ganadores de premios EGOT (Emmy, Grammy, Oscar y Tony).
Desde el debut del musical Aladdin en Broadway en 2014, la producción se ha representado en otros siete países además de Estados Unidos. Esos países son Alemania, Canadá, Singapur, Japón, Australia, Inglaterra y Nueva Zelanda. La gira nacional por Estados Unidos comenzó en 2017 y se ha representado por todo el país en varias ciudades, como Chicago, San Luis, Memphis, Austin y Cleveland, entre otras.