La Revolución Mexicana fue un conflicto complejo y sangriento que podría decirse que duró dos décadas y en el que perdieron la vida 900.000 personas. ¿Cuál fue la causa de un levantamiento tan persistente y, en última instancia, el fin justifica los medios?
La Revolución comenzó con una llamada a las armas el 20 de noviembre de 1910 para derrocar al gobernante y dictador en ejercicio, Porfirio Díaz Mori.
Díaz era un presidente ambicioso, deseoso de convertir a México en un país industrial y modernizado. Mientras trabajaba en la implantación de una sociedad capitalista construyendo fábricas, presas y carreteras, los trabajadores rurales y los campesinos sufrían enormemente.
Díaz reinó utilizando una campaña de intimidación para que los ciudadanos le apoyaran. Mientras que las libertades civiles, como la libertad de prensa, sufrieron bajo su gobierno, la mayor injusticia llegó en forma de nuevas leyes sobre la tierra.
En un intento de fortalecer los lazos con Estados Unidos y otros intereses extranjeros influyentes, Díaz asignó tierras, que antes pertenecían al pueblo de México, a ricos no nacionales. Además de esto, ningún mexicano podía poseer tierras a menos que tuviera un título legal formal. Los pequeños agricultores quedaron totalmente desamparados, no había otra opción que un levantamiento.
El camino de la Revolución ciertamente no transcurrió sin problemas y el país vio una serie de presidentes poco confiables.
Francisco Madero, quien fue responsable de remover a Díaz del poder, fue un líder débil y no logró implementar las reformas agrarias que había prometido.
Rápidamente fue reemplazado por el general Victoriano Huerta, quien lo hizo ejecutar a la semana de llegar al poder. El mismo Huerta fue un dictador y fue derrocado por Venustianio Carranza en 1914.
Aunque muchos acusaron a Carranza de estar hambriento de poder, también ansiaba la paz. En la búsqueda del descanso civil formó el Ejército Constitucional y una nueva constitución en la que aceptó muchas de las demandas de los rebeldes.
El final oficial de la Revolución Mexicana suele considerarse la creación de la Constitución de México en 1917, sin embargo, la lucha continuó durante la década siguiente.
En última instancia, aunque la Revolución Mexicana tenía como objetivo asegurar una forma de vida más justa para las clases campesinas, muchos argumentan que logró poco más que el cambio frecuente de liderazgo en el país.
Sólo en 1942, cuando los ex presidentes mexicanos subieron al escenario del Zócalo de la Ciudad de México para mostrar su apoyo a Gran Bretaña y Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, los ciudadanos de México vieron su primer atisbo de solidaridad política y un país finalmente unido.