Controles culturalesEditar
Los controles culturales pueden utilizarse como primer paso cuando se busca reducir la incidencia de nuevas infecciones. Estas prácticas incluyen la limpieza de la hojarasca de la base de los árboles previamente infectados, así como la eliminación del material leñoso infectado de la copa al realizar la poda anual. De este modo, se reducirá la cantidad de inóculo primario en primavera y se retrasará el establecimiento de la enfermedad. Además, la poda regular mejorará el flujo de aire y la penetración de la luz en la copa, lo que en última instancia inhibe el desarrollo y la propagación de la enfermedad. Otro aspecto del control cultural es la gestión del agua. Dado que el agua desencadena la liberación de ascosporas y favorece la germinación en los tejidos vulnerables, se aconseja a los cultivadores que controlen los períodos de riego y eviten utilizar sistemas de riego por encima de la cabeza. Esto puede ayudar a reducir los periodos de infección causados por las precipitaciones naturales.
Controles químicosEditar
La gestión de la sarna del manzano mediante controles químicos tiene como objetivo principal prevenir el inicio de los ciclos de infección primaria reduciendo la germinación de las ascosporas. Como tal, los fungicidas se aplican normalmente al principio de la temporada, cuando las ascosporas se liberan por primera vez. Sin embargo, las aplicaciones de fungicidas también pueden hacerse más tarde en la temporada para prevenir la infección de las hojas viejas, lo que puede ayudar a reducir la cantidad de inóculo primario para la siguiente temporada. Los fungicidas benzimidazoles se encuentran entre las clases de fungicidas más utilizadas para el manejo de la sarna del manzano en los huertos convencionales; sin embargo, hay algunas pruebas de que la enfermedad está desarrollando resistencia a esta clase de fungicidas, junto con varios otros, incluidos los inhibidores de la desmetilación y los inhibidores de la quinona externa. Para controlar el desarrollo de la resistencia a los fungicidas, los productores pueden reducir el número de aplicaciones realizadas a lo largo de la temporada y alternar entre diferentes clases de fungicidas.
En los sistemas de producción orgánica, los productores suelen utilizar pulverizaciones protectoras a base de cobre o azufre para reducir la eficacia del inóculo primario. Aunque estas pulverizaciones fueron uno de los primeros métodos para prevenir el desarrollo de la sarna del manzano, hacen poco para controlar las infecciones preexistentes y su aplicación puede dañar significativamente el follaje de los árboles tratados. Además, la investigación ha indicado que las aplicaciones de fungicidas a base de cobre pueden provocar cambios en la estructura y funcionalidad de la microbiota del suelo, teniendo así un efecto negativo en la salud del mismo. Por ello, actualmente se están desarrollando estrategias de gestión alternativas apropiadas para los sistemas de producción ecológica.
Control biológicoEditar
El control biológico se refiere al uso de una población de un organismo (un agente de control biológico) para suprimir la población de otro. Hay muy pocos agentes de control biológico registrados para el control de la sarna del manzano. Uno de los productos más reconocidos es Serenade® ASO, un biofungicida microbiano que utiliza Bacillus subtilis como ingrediente activo y puede utilizarse para controlar enfermedades foliares causadas por bacterias u hongos. Además, se han aislado e identificado varios antagonistas fúngicos como potenciales biocontroladores. Uno de estos antagonistas es Cladosporium cladosporioides (cepa H39). Este hongo antagonista ha demostrado una importante bioactividad contra la sarna del manzano. Esto se indicó en un estudio de 2015, en el que se descubrió que las aplicaciones de C. cladosporioides podían reducir la incidencia de la sarna de la hoja en un 42-98% y la incidencia de la sarna de la manzana en un 41-94% en huertos gestionados tanto convencional como orgánicamente.