Desde que el Dr. Andrew Wakefield redactó un informe, ahora desmentido, sobre la relación entre las vacunas contra el sarampión, las paperas y la rubeola (SPR) y el autismo en la década de 1990, los médicos e investigadores han trabajado para demostrar la seguridad y la necesidad de las vacunas recomendadas. Ahora, un nuevo informe ofrece pruebas de que tampoco existe una conexión entre la vacunación materna prenatal contra el tétanos/difteria/tos ferina acelular (Tdap) y los trastornos del espectro autista (TEA) n la descendencia.
El estudio, publicado en Pediatrics, revisó específicamente la seguridad de la vacuna Tdap a la luz de las recientes recomendaciones de que se administre a las mujeres embarazadas para ofrecer protección contra estas enfermedades en los bebés.1 Los neonatos no pueden recibir la vacuna al nacer, y estudios recientes han demostrado una reducción del 46% en los casos de tos ferina y una reducción del 75% en las hospitalizaciones por tos ferina en los recién nacidos como resultado de la vacunación prenatal con Tdap.
La tos ferina es una infección muy contagiosa -especialmente peligrosa para los bebés- y la prevalencia de casos junto con la disminución de la inmunidad ha aumentado en los últimos años. Además, los bebés no pueden ser inmunizados contra la tos ferina hasta los 2 meses de edad, lo que les hace susceptibles de ser infectados. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) empezaron a recomendar la vacunación prenatal en 2013 con la esperanza de que las madres transmitan los anticuerpos a sus recién nacidos, y ahora se dispone de pruebas que demuestran la eficacia de la administración durante la última etapa del embarazo.
Tdap y autismo
Este nuevo estudio, sin embargo, pretendía evaluar si existía una relación entre la vacunación prenatal de Tdap y el desarrollo de TEA. Los investigadores estudiaron a más de 109.000 madres en los hospitales de Kaiser Permanente del Sur de California entre 2011 y 2014. Los hijos de las madres vacunadas fueron seguidos durante varios años, y se diagnosticó TEA en el 1,6% de los hijos de las madres vacunadas durante sus embarazos.
El informe revela que la incidencia de diagnósticos de autismo disminuyó a lo largo del periodo de estudio, del 2% al 1,5% en los hijos de las madres que no fueron vacunadas durante el embarazo, y del 1,8% al 1,2% en las madres que sí recibieron la vacuna. En general, señalan los investigadores, la incidencia de TEA en el grupo vacunado fue de 3,78 por 1000 años-persona, en comparación con 4,05 por 1000 años-persona en el grupo no vacunado.
«No encontramos evidencia de un mayor riesgo de diagnóstico de TEA asociado a la vacunación Tdap durante el embarazo», concluye el informe.
El equipo de investigación señala que, además de no encontrar ninguna relación entre la vacunación prenatal de Tdap y el riesgo de TEA, la vacunación prenatal también puede ofrecer protección contra infecciones que, de otro modo, podrían provocar problemas de neurodesarrollo.
Los investigadores afirman que, aunque las vacunas en el embarazo también pueden activar el sistema inmunitario materno y provocar «alteraciones del neurodesarrollo», no había datos suficientes para respaldar esta hipótesis en la investigación incluida en este estudio retrospectivo.