La tutela otorga a una persona el derecho legal de cuidar y tomar decisiones por otra persona, normalmente de un menor o de un adulto que no puede tomar decisiones por sí mismo, como un anciano o un discapacitado. Además de gestionar el cuidado de este individuo, conocido como pupilo, un tutor también gestiona sus finanzas. Cuando la tutela es de un adulto, a veces también se denomina curatela.
Tutela vs. Custodia
La tutela difiere de la custodia en varios aspectos. La custodia sólo se refiere a un hijo menor de edad, mientras que la tutela puede ser de un niño o de un adulto. Cuando alguien obtiene la custodia de un niño, obtiene la patria potestad o los derechos de los abuelos. Un tutor no recibe ninguna patria potestad y simplemente se le nombra para que se ocupe del pupilo y de su economía. Cuando se establece la tutela de un niño, los padres del niño mantienen sus derechos parentales. La tutela puede anular la patria potestad, o al menos infringirla.
Cuando se concede la tutela
La tutela se establece generalmente cuando un niño o un adulto necesita que alguien le cuide y gestione sus asuntos.
La tutela de un niño puede concederse en las siguientes situaciones:
- Los padres del niño consienten la tutela.
- Los derechos de los padres se terminan.
- Un tribunal determina que el niño debe ser colocado con un tutor.
Es común que los padres militares nombren tutores para sus hijos para que, si son destinados al extranjero, haya alguien de confianza que pueda cuidar de su hijo en su ausencia. Los padres también suelen nombrar un tutor en su testamento para que, si mueren dejando un hijo menor de edad, puedan indicar al tribunal su preferencia por un tutor.
La tutela de un adulto puede concederse cuando éste está incapacitado y no puede tomar sus propias decisiones. Esto puede ocurrir debido a:
- Enfermedad repentina
- Enfermedad crónica que conduce gradualmente a la incapacitación
- Una persona discapacitada que llega a la edad adulta y requiere cuidados continuos
- Un adulto que muestra un comportamiento que indica que podría causar daño a sí mismo o a otros
Cómo obtener la tutela
La tutela sólo puede establecerse mediante una orden judicial, por lo que para obtener la tutela sobre un niño o un adulto, es necesario presentar una petición, incluso si el padre o la madre de un niño ya ha dado su consentimiento para conceder la tutela. Este proceso suele llevarse a cabo en el tribunal testamentario del condado en el que reside el posible tutelado. Los formularios están disponibles en el sitio web del tribunal testamentario local o en la oficina del secretario judicial. Una vez presentada la petición, se notifica al pupilo y el tribunal programa una audiencia para determinar si la tutela es necesaria o apropiada. Para la tutela de un adulto es necesario presentar pruebas, como un examen médico. La tutela de un niño requiere pruebas de que el niño necesita supervisión o cuidados.
Prevención de la tutela
Es posible que un adulto evite una situación de tutela creando un plan de sucesión -que puede consistir en muchos documentos legales- que se prepare para todas las eventualidades. Para ello, necesita una directiva anticipada de atención médica y/o un poder de salud para poder nombrar a alguien que tome decisiones de salud por usted y también establecer cuáles son sus deseos para la atención médica al final de la vida. También puede optar por crear un fideicomiso en vida para garantizar la protección y gestión de sus finanzas. Un poder notarial nombra a alguien para que se encargue de los negocios y los asuntos financieros en su nombre en caso de que no pueda hacerlo. Si desea ayuda para establecer su plan de sucesión, puede recurrir a un proveedor de servicios en línea.
La tutela puede ser un importante salvavidas para los niños o adultos necesitados. Asegurarse de que está preparado para todas las eventualidades, tanto para usted como para sus seres queridos, puede darle tranquilidad.