PANCHO VILLA (1877-1923)
Nacido Doroteo Arango en Durango, México, Francisco «Pancho» Villa se convirtió en fugitivo a los dieciséis años. Hijo de un aparcero, Arango regresó un día del campo y descubrió que el dueño de la hacienda estaba a punto de violar a su hermana de doce años. Cogió una pistola, disparó al hacendado y escapó a caballo. Poco se sabe de sus actividades durante los cuatro años siguientes, salvo que se relacionó con algunos cuatreros y adoptó el nombre de un famoso bandido. A los veinte años, Villa se trasladó a Chihuahua, donde trabajó en las minas y robó ganado. Dos años después, añadió el robo de bancos a su lista de logros. El carismático líder y su banda de seguidores se trasladaron a las sierras y cultivaron una reputación de bandoleros sociales: eran renegados del desierto que desbarataban a los brutales rurales de Porfirio Díaz y a menudo proporcionaban alimentos al sufrido campesinado.
En 1910 salió de la clandestinidad para unirse al movimiento de Francisco Madero para derrocar al gobierno de Díaz. Villa utilizó su encanto natural para convencer a miles de hombres de que se unieran a la causa y para establecer la División del Norte, que incluía un escuadrón entero de estadounidenses. Sus campañas militares resultaron victoriosas en todo México. Madero consiguió el poder, pero su rival Victoriano Huerta lo hizo asesinar rápidamente y se hizo con el poder. Huerta había encarcelado a Villa, pero el comandante de la División del Norte escapó y se dirigió a El Paso, donde reclutó partidarios y planeó el derrocamiento de Huerta. Sus hazañas poco ortodoxas y su innegable encanto captaron la imaginación de los periodistas estadounidenses y de los productores de Hollywood, que acudieron en masa a México para grabar sus batallas, algunas de las cuales fueron escenificadas para su beneficio.
Villa mantuvo el control del norte de México durante toda la revolución, financiando su ejército mediante el robo de ganado. Las ciudades fronterizas de Estados Unidos proporcionaron mercados ávidos de carne de vacuno, y algunos comerciantes le vendieron armas con entusiasmo. La decaída economía mexicana no supuso un obstáculo para Villa: simplemente emitió su propio dinero y amenazó con matar a quienes dudaran en aceptarlo. Cuando el gobierno de Estados Unidos apoyó abiertamente la candidatura de Venustiano Carranza al poder, Villa se indignó y tomó represalias asaltando pueblos a lo largo de la frontera, incluyendo Columbus, Nuevo México. Mientras los estadounidenses se horrorizaban, muchos mexicanos veían las incursiones como una retribución justificada contra sus opresores yanquis.
El ejército estadounidense envió expediciones punitivas a México en 1916 y 1919, pero no logró derrotar a Villa. Finalmente, rindió sus fuerzas al gobierno mexicano en 1920 y se retiró a Canutillo, Durango. Fue asesinado en 1923.