Los síntomas comunes en quienes padecen el infiltrado linfocítico de Jessner en la piel pueden encontrarse también en otros trastornos relacionados con la piel. Entre ellos se encuentran el linfocitoma cutis, la micosis fungoide, el lupus eritematoso discoide, el lupus eritematoso tumoral (LET), la lepra, la erupción polimorfa lumínica (PMLE), la hiperplasia linfoide cutánea, el granuloma anular y el granuloma facial. En algunos pacientes, puede ser difícil diferenciar entre el infiltrado linfocítico cutáneo de Jessner y los otros mencionados anteriormente.
El linfocitoma cutáneo es un trastorno de la piel desarrollado a partir de la acumulación de glóbulos blancos linfáticos, así como de células que se encuentran en el tejido conectivo (histiocitos). La acumulación de estas células forma lesiones de color púrpura o amarillo-marrón, brillantes y de forma esférica, que pueden estar limitadas a una zona pequeña o extendidas.
La micosis fungoide (MF) es un trastorno crónico de la linfa que progresa con el tiempo. La MF es uno de los tipos más comunes de linfoma cutáneo de células T (CTCL). También se conoce como linfoma no Hodgkin de células T maduras. La presentación clínica de la MF afecta a la piel y puede extenderse a los ganglios linfáticos, la sangre y los órganos internos (vísceras). Al principio, esta enfermedad refleja la apariencia de un eczema y otros trastornos inflamatorios de la piel. Sin embargo, con el tiempo, la enfermedad evoluciona hacia lesiones que varían de localizadas a generalizadas, como tumores en forma de hongo, o un intenso enrojecimiento generalizado de la piel (eritrodermia).
El lupus eritematoso discoide (DLE) es un subtipo de lupus eritematoso que sólo presenta lesiones en la piel. Estas lesiones que se forman en la piel suelen aparecer en la cara y provocan enrojecimiento, rugosidad (hiperqueratosis) y dilatación de los vasos sanguíneos (telangiectasia). Esta afección también puede acabar desembocando en un lupus sistémico, que hace que el sistema inmunitario ataque a sus propios tejidos.
La lepra, también conocida como enfermedad de Hansen, es de naturaleza contagiosa y progresiva. Se cree que se propaga por vía respiratoria. Este trastorno está causado por una bacteria transmitida por el aire llamada bacilo de Hansen o Mycobacterium leprae. Además, es más frecuente en regiones de clima más cálido y afecta a la piel y a los nervios periféricos. En la lepra, se forman células anormales (granulomatosas) principalmente alrededor de los nervios situados en la piel. Los hallazgos clínicos pueden incluir manchas enrojecidas en la piel, disminución de la sensibilidad en las zonas afectadas, sensación de quemazón generalmente en las extremidades inferiores (parestesias), heridas o quemaduras sin dolor y nervios periféricos agrandados.
La erupción lumínica polimorfa (EPM) también se conoce como intoxicación solar o alergia al sol. Los afectados por el PMLE suelen experimentar erupciones acompañadas de picor. Las lesiones cutáneas pueden aparecer hasta días después de la exposición al sol y pueden durar varios días o incluso semanas.
La hiperplasia linfoide cutánea también se conoce como pseudo linfoma cutáneo de células B o linfocitoma cutis borrelial. Es un trastorno poco frecuente en el que se produce un gran aumento del número de células B. Su presentación clínica incluye placas del color de la piel o rojas en el pecho o la cara. A diferencia del infiltrado linfocítico de Jessner, este trastorno suele presentarse con infiltrados en toda la piel.
Por último, el granuloma anular (GA) y el granuloma facial (GF) también pueden tener un aspecto similar al infiltrado linfocítico de Jessner. El GA es común y a menudo autolimitado. Puede afectar tanto a niños como a adultos. Aunque existen varias formas de AG, la más común es la AG localizada. Esta forma de AG se presenta con placas enrojecidas no escamosas en las extremidades inferiores. Algunos casos de AG pueden resolverse espontáneamente en pocos años. Por otro lado, el granuloma facial (GF) es una forma crónica y benigna de trastorno cutáneo inflamatorio. Su presentación incluye lesiones únicas o múltiples en la cara de color marrón rojizo y su tamaño puede variar. Algunas personas que padecen este trastorno pueden no experimentar ningún síntoma, mientras que otras pueden experimentar picor.