La incomunicación intracultural se basa en el hecho de que todos los seres humanos reflejan inconscientemente sus antecedentes culturales en la comunicación diaria. La cultura no sólo reside en la forma de comer o de vestir, sino en la manera en que las personas se presentan como entidad ante el mundo exterior. El lenguaje es un gran factor de comunicación, así como una gran representación del bagaje cultural de cada uno. La falta de comunicación cultural suele derivarse de estilos de habla y mensajes diferentes y contradictorios. Un patrón de entonación perfectamente normal para un hablante nativo de alemán puede parecer enojado y agresivo para un oyente extranjero. Las connotaciones de las palabras, así como los significados de las frases de la jerga, varían enormemente de una cultura a otra, y la falta de tolerancia y comprensión de este hecho suele dar lugar a interpretaciones erróneas.
La comunicación no verbal varía enormemente de una cultura a otra. Hay que tomarse el tiempo de estudiar las diferentes culturas para comprender plenamente los mensajes que se transmiten. Hay muchos aspectos de la comunicación no verbal, como los gestos, la expresión facial y el espacio interpersonal, que afectan a la forma en que se interpreta un mensaje.
La distancia de poder es el grado de igualdad, o desigualdad, entre las personas de una determinada sociedad. Cuanto menor sea la distancia de poder de un país, más dominantes son la individualidad y los derechos individuales. Cuando la distancia de poder es baja, la sociedad no hace hincapié en el estatus, el poder o la riqueza de las personas. En otras palabras, las culturas individualistas tienen una baja distancia de poder y las culturas colectivistas tienen una alta distancia de poder. Ejemplos de países con alta distancia de poder son Malasia, Rusia y Rumanía, mientras que los países con baja distancia de poder son Austria, Israel y Dinamarca.
Se cree que el individualismo-colectivismo (la dimensión «yo-nosotros») es la más importante de todas las dimensiones de valores que distinguen a las culturas. Las culturas individualistas tienen una conciencia del «yo». Los individuos están poco vinculados entre sí, pero son muy independientes de la identificación con el grupo. Se hace hincapié en el yo; están motivados por sus propias preferencias, necesidades y objetivos, y se destacan los logros y la iniciativa personales. Palabras como «independencia», «yo», «privacidad» y «derechos» son comunes en las conversaciones culturales individualistas. Ejemplos de sociedades individualistas serían los Estados Unidos o los países de Europa Occidental.
La cultura colectivista tiene una conciencia de «nosotros». Los individuos están estrechamente vinculados a uno o varios grupos. El compromiso con estos valiosos grupos es un objetivo primordial de los colectivistas, y tienden a fijarse en los objetivos y éxitos del grupo más que en los individuos. Palabras como «lealtad», «responsabilidad» y «comunidad» impregnan las conversaciones culturales colectivistas. Ejemplos de sociedades colectivistas son muchas culturas asiáticas, africanas y sudamericanas.