Cuando mis clientes se dan cuenta de que están perdiendo el tiempo en falsa diversión, siempre cometen el mismo error: Intentan reemplazar sus malos hábitos con alguna actividad enérgicamente virtuosa, como el ejercicio, la limpieza de la casa o las horas extras en la oficina. Esto no funciona. Lo único que puede sustituir con éxito la falsa diversión es la verdadera diversión.
Si no tiene idea de lo que le gusta hacer -si nunca se ha divertido en su vida y no sabe cómo descubrir lo que le gusta- busque ayuda. La falta total de diversión es tan grave como un ataque al corazón y merece el mismo tipo de respeto. Hazte un chequeo médico; el problema puede ser agotamiento, enfermedad o desequilibrio químico, en cuyo caso necesitas tratamiento. Si no lo haces, puede que tengas heridas emocionales sin curar, como un trauma o una pérdida que nunca has procesado. Un terapeuta puede marcar la diferencia, y deberías consultarlo. Para casos menos graves, estas técnicas pueden reconectarte con tu sentido de la diversión:
Técnica 1: Pescar sonrisas.
Siéntese con un cuaderno y haga una lista de las cosas que le gustan, desde hurgarse los dientes hasta viajar a Nepal. Mientras escribe cada cosa, considere seriamente la posibilidad de hacer eso mismo hoy, esta semana o este año. Tendrás diferentes reacciones emocionales ante cada idea. Buscamos una en particular, algo que yo llamo la Sonrisa Espontánea. Se trata de una sonrisa que surge de forma casi irreprimible, como una pelota de playa que sale del agua. No sientes que estás sonriendo sino que te están sonriendo. Es posible que todo tu cuerpo se relaje. He visto que esto le ocurre a la gente -y he sentido que me ocurre a mí- mientras contempla placeres muy pequeños, como hacer cosquillas a un gato, o muy grandes, como casarse. He aprendido a confiar en esta respuesta como una poderosa pista del verdadero yo, una señal de que el sentido innato de la diversión se ha despertado y está señalando el camino hacia una vida alegre y con sentido.
Técnica 2: La infancia revisada.
Las investigaciones genéticas sugieren que nuestras preferencias de diversión son en gran medida innatas y se mantienen durante toda la vida. La época en la que somos libres de actuar en base a ellas suele ser la infancia, así que ese es otro gran lugar para buscar tu huella de diversión.
En su cuaderno de confianza, comience a hacer una lista de las cosas que recuerda haber disfrutado cuando era niño. Presta especial atención a las cosas que te hacían «perder el tiempo», de modo que las horas parecían desaparecer en segundos. ¿Qué le absorbía por completo? ¿Contar historias? ¿Subir a los árboles? ¿Jugar a disfrazarse? Puede preguntar a sus familiares, cuyos recuerdos pueden refrescar su memoria.
A continuación, busque patrones en esta diversión infantil. ¿Le gustaba jugar solo o con otros? ¿Dentro o fuera de casa? ¿Con calma o con brusquedad? ¿Con palabras, objetos o acciones? Es casi seguro que esas preferencias siguen existiendo en ti, incluso después de todos tus años en la escuela preparatoria o en la cárcel o donde sea. Ninguna socialización es tan completa como para anular la huella de diversión enterrada en nuestros genes. La elección de profesiones, aficiones y actividades personales que se ajusten a este código te hará más feliz y más útil en todos los aspectos.
Técnica 3: Investigación en tiempo real.
Esta técnica requiere que lleve un «diario de diversión» superficial en un calendario. Cada día anote una breve lista de sus principales actividades. Ponga a cada experiencia una «puntuación» de diversión, en la que cero signifique que no hay diversión y diez que es divertido-tabuloso. A medida que pasen los días, empezarás a ver qué actividades y personas son las más divertidas, y te sorprenderás. Mis clientes casi siempre se dan cuenta de que las actividades que creen que serán sumamente divertidas (cenar en el Ritz) ocupan un lugar más bajo que las cosas que han dado por sentadas (cenar galletas Ritz). Casi todos podemos divertirnos maravillosamente sin tanto dinero, educación, belleza y poder como pensamos que necesitamos.
Estos métodos son sólo ruedas de entrenamiento diseñadas para llevarte al verdadero objetivo de sentir y responder continuamente a tu sentido de la diversión. Una vez que hayas aprendido a hacer eso, es el momento de alinear tu comportamiento real con tu funprint. Esto es lo más alejado de la trivialidad y la autocomplacencia. Puede ser la cosa más grande y valiente que jamás harás.
Por ejemplo, cuando mi amiga Gloria dejó la falsa diversión de fumar en cadena, descubrió que su perpetuo subidón de nicotina había enmascarado una profunda falta de alegría en su vida de apariencia perfecta. Su matrimonio, que no se divertía, no pudo soportar la tensión y, de la noche a la mañana, Gloria pasó de ser una socialité de club de campo a una estudiante y madre soltera hambrienta. Se matriculó en la universidad; me llamaba de vez en cuando para decirme: «No tengo dinero, ni vida social, ni tiempo para hacer nada más que estudiar. Nunca me he divertido tanto en mi vida». Hoy, seis años después, Gloria se presenta a los exámenes para convertirse en médico. Su huella de diversión la llevó hasta la escuela de medicina, y la está siguiendo, planeando hacer un voluntariado de pediatría en el Tercer Mundo.
Este no es el tipo de vida que nos viene a la mente cuando escuchamos la frase «Las chicas sólo quieren divertirse», pero creo que tal vez debería. Aunque la mayoría de la gente no se aleja tanto de su propósito como lo hizo Gloria, todos tendemos a dar giros inesperados e interesantes cuando hacemos lo que más nos emociona. No sé adónde te llevará tu huella de diversión si decides encontrarla y seguirla, pero estoy bastante segura de que a lo largo del camino te sentirás desafiada, asustada, llevada al límite y gratificada casi sin poder creerlo. Probablemente harás de este mundo un lugar mucho, mucho mejor. Pero nunca lo sabremos si no lo intentas.
Martha Beck es autora de Finding Your Own North Star (Three Rivers) y Expecting Adam (Berkley).
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Del número de mayo de 2002 de O, The Oprah Magazine.

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