El químico Chuck Wight, de la Universidad de Utah, ofrece la siguiente explicación:
Las pequeñas burbujas provocadas por la agitación ayudan a acelerar la salida del dióxido de carbono del refresco. Las latas de refrescos carbonatados contienen dióxido de carbono a presión para que el gas se disuelva en la bebida líquida. Una vez abierta la lata, todo el gas acabará saliendo del líquido en forma de burbujas, y el refresco se «aplastará». Si el líquido se manipula con suavidad, el gas disuelto tarda mucho en salir. Sin embargo, si la lata se agita o si el líquido se vierte rápidamente en un vaso, las burbujas formadas por la turbulencia facilitan la salida del gas disuelto.
Es difícil que el gas salga de un líquido no alterado debido a la tensión superficial del líquido, que es la energía necesaria para separar las moléculas del líquido entre sí cuando se forma una burbuja. Para una burbuja diminuta que acaba de empezar, la cantidad de energía necesaria por cada molécula de gas en la burbuja es relativamente grande. Por lo tanto, empezar es la etapa más difícil. Sin embargo, una vez formada, se necesita una cantidad menor de energía (también por molécula) para que las moléculas de líquido adicionales se vaporicen y expandan la burbuja. La razón básica de esta dependencia del tamaño de la burbuja es que, mientras que el volumen de la burbuja es proporcional al número de moléculas en su interior (a presión constante), la superficie de la burbuja es proporcional al número de moléculas a la potencia 2/3.
Debido a que al agitar la lata se introducen muchas burbujas pequeñas en el líquido, el gas disuelto puede vaporizarse más fácilmente uniendo las burbujas existentes en lugar de formar otras nuevas. Al evitar el difícil paso de la formación de burbujas, el gas puede escapar más rápidamente de la soda agitada, lo que resulta en más efervescencia.
Respuesta publicada originalmente el 23 de abril de 2001.