El atractivo sexual no se evapora, pero evoluciona. Cuando tenía 45 años, un amigo me preguntó: «¿Sientes que te quedan cinco años antes de que nadie quiera volver a acostarse contigo?». Se equivocaba. Hace poco, en una fiesta, el anciano padre del anfitrión me hizo la pelota. Alguien sí quiere acostarse contigo, pero tú no puedes decidir quién es.
Eres mejor detectando tendencias, porque has sido testigo de muchas de ellas. Veo que el bilingüismo es el nuevo superdotado, que escuchar es la nueva forma de hablar y que, por razones medioambientales, el ahorro es la nueva forma de ir de compras (o, como dijo mi hija adolescente cuando intenté comprarme unos vaqueros nuevos, «¿estás intentando asesinar a tus nietos?»). Pero la edad también trae consigo nuevas dudas: ¿Rechazo una idea nueva porque está mal o porque soy viejo?
A nadie le importa lo viejo que te sientas. La edad es sólo «un número» del mismo modo que el dinero es sólo papel impreso o que 1600 es sólo una puntuación en la selectividad. Los seres humanos inventan cosas y les dan un significado.
Algunos de los choques de la edad se apagan. Los cuarenta años se sienten como algo nuevo. A los 50 te acostumbras a ser de mediana edad, aunque sospechas que la próxima década pasará más rápido que la anterior. Cuando hace poco conocí a un grupo de jubilados, me di cuenta de que algunos no eran mucho mayores que yo. El verdadero problema de los 50 no son los 50, sino que los 60 vienen después.
Los viejos problemas son sustituidos por otros nuevos. Para mi 40 cumpleaños organicé una fiesta con aspiraciones e invité a personas que creía que debían ser mis amigos pero que apenas me conocían. Se preguntaban por qué estaban allí. Para mi 50º cumpleaños, juré no cometer el mismo error. Llamé a algunos amigos de verdad para invitarlos, pero me negué a revelar mi edad. «Alexa, ¿cuántos años tiene Pamela Druckerman?», gritó uno en su casa. Tuvo la respuesta en segundos.
No hacía falta que dijera nada; acabé cancelando la fiesta por la pandemia. Para ser sincero, me siento aliviado. Quizá no tenga que cumplir 50 años después de todo.
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