Tras la pérdida de un ser querido, el duelo es una respuesta natural a la separación y el estrés que acompañan a la muerte. La mayoría de las personas, tras sufrir una pérdida, experimentan una angustia que varía en intensidad y disminuye gradualmente con el tiempo. Así, el individuo en duelo no actúa como lo haría normalmente si no estuviera en duelo. Sin embargo, los avances se producen generalmente mes a mes, y la mayoría de las personas se ajustan al duelo y adaptan sus vidas después de un tiempo de lidiar con la ausencia del ser querido.1

Hay duelo, y luego hay duelo complicado

Para alrededor del 2% al 4% de la población que ha experimentado una pérdida significativa, el duelo complicado es un problema.2 Como su sello distintivo, el duelo complicado excede la cantidad de tiempo típica (6-12 meses) que las personas necesitan para recuperarse de una pérdida. La prevalencia se ha estimado entre el 10% y el 20% entre las personas en duelo cuya muerte fue la de una pareja romántica o la de un hijo.2 Tienen un mayor riesgo de sufrir este trastorno las mujeres mayores de 60 años, los pacientes diagnosticados de depresión o de abuso de sustancias, las personas con dificultades económicas y las que han sufrido una pérdida violenta o repentina.3

El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, 5ª Edición (DSM-5) ha conceptualizado el duelo complicado con el nombre de trastorno de duelo complejo persistente (PCBD).4 Aunque las directrices para la definición aún están en proceso, varios síntomas específicos deben haber estado presentes durante al menos 6 meses a un año o más (TABLA 14). Por ejemplo, el paciente ha estado rumiando la muerte, ha sido incapaz de aceptar la muerte, o se ha sentido conmocionado o entumecido. También puede experimentar ira, tener dificultades para confiar en los demás y estar preocupado por el fallecido (por ejemplo, sentir que puede oír a su ser querido perdido, sentir el dolor del ser querido por él). Los síntomas del TLP también pueden incluir la experimentación de recuerdos vívidos de la pérdida y la evitación de situaciones que hagan pensar en la muerte.4 (Nota: el diagnóstico de duelo en la CIE-10 se recoge en el código F43.21; sin embargo, no existe un código específico para el duelo complicado o el TLPC). Una de las razones de su omisión fue la preocupación de que los clínicos pudieran «patologizar» el duelo más de lo necesario.5 El duelo se considera un proceso natural que podría verse obstaculizado por un diagnóstico formal que condujera a un tratamiento médico.

Cambiando el paradigma del diagnóstico del duelo

Una novedad es que los pacientes con duelo reciente pueden ser diagnosticados de depresión si cumplen los criterios para ese diagnóstico. En el pasado, alguien que cumplía los criterios para la depresión mayor quedaba excluido de ese diagnóstico si la depresión era consecuencia del duelo. El DSM-5 ya no hace esa distinción.4 Teniendo en cuenta este cambio de diagnóstico, uno podría preguntarse sobre la diferencia entre la PCBD y la depresión, particularmente si el paciente es un individuo en duelo con un diagnóstico actual de depresión.5

Continuar: Diferencias entre PCBD y depresión mayor

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