Perder peso es a menudo una lucha, especialmente cuando una persona también está viviendo con un trastorno del estado de ánimo. Las causas son múltiples. El aumento del apetito y el deseo de comer carbohidratos, junto con la reducción del nivel de actividad, son síntomas comunes de la depresión. Y sí, ciertos antidepresivos y otros medicamentos pueden aumentar el apetito. Sin embargo, la mayoría de los medicamentos no alteran el metabolismo, per se. Por lo tanto, la pérdida de peso puede seguir produciéndose cuando se presta atención a otros factores, incluyendo la composición y el momento de la ingesta dietética.
Comer con más frecuencia y en cantidades más pequeñas, aumentar la cantidad relativa de proteínas ingeridas (las personas generalmente se sienten más «llenas» cuando comen alimentos con alto contenido en proteínas), reducir los panes y los almidones, tomar un desayuno saludable y evitar las comidas copiosas o los tentempiés a última hora de la tarde pueden proporcionar una dieta más equilibrada durante todo el día.
Si uno cree que sus esfuerzos actuales para perder peso deben ser más productivos, una consulta con un nutricionista puede ser útil. Si eso no es posible, llevar un registro escrito de lo que se consume puede proporcionar pistas sobre las áreas problemáticas y reforzar los mejores hábitos dietéticos. En particular, compruebe el contenido nutricional de los alimentos que se consumen habitualmente y de los que se consideran «saludables».
Varios sitios web y aplicaciones telefónicas de fácil acceso ofrecen información nutricional de los alimentos preparados y de los restaurantes, y proporcionan registros para anotar su consumo. A menudo no somos conscientes de las calorías ocultas en muchos alimentos que comemos. Incluso los llamados alimentos «bajos en grasa» o «sin grasa» pueden estar cargados de carbohidratos vacíos. Los refrescos, las bebidas deportivas, las barritas energéticas, las ensaladas de los restaurantes y los aderezos para ensaladas pueden contener cantidades excesivas de azúcar. Las bebidas alcohólicas, como el vino y la cerveza, también están cargadas de carbohidratos y son una fuente de consumo excesivo de calorías para algunas personas.
Otro ingrediente fundamental para la pérdida de peso es el ejercicio. Aumentar el ejercicio aeróbico y el entrenamiento de fuerza, idealmente cuatro veces por semana durante un mínimo de 30 a 45 minutos, puede aumentar el tono muscular y el metabolismo y reducir las reservas de grasa. También se ha demostrado que el ejercicio regular reduce el riesgo de recaída en la depresión cuando se combina con un régimen de medicación estable. Si uno ya hace ejercicio con regularidad, cambiar su rutina y desafiar a su cuerpo de forma novedosa con ráfagas repetidas de esfuerzo puede hacer que sus entrenamientos sean más eficientes.
La privación crónica y de bajo grado de sueño es otro factor que contribuye a la obesidad. Saltarse el sueño conduce a niveles persistentemente elevados de la hormona del estrés del cuerpo, que puede causar niveles elevados de azúcar en la sangre y el aumento de las reservas de grasa. Quedarse despierto hasta tarde también puede hacer que uno sea más propenso a picar hasta altas horas de la noche.
Por último, una persona que tenga en cuenta todo lo anterior y siga ganando peso debería consultar a su médico. Ciertas afecciones médicas, como las anomalías de la tiroides, pueden provocar un aumento de peso y complicar la depresión.