El Movimiento de Cursillos de Cristiandad es un movimiento de la Iglesia en el ámbito del apostolado de los laicos que tiene como finalidad la cristianización del mundo mediante la acción apostólica de los dirigentes cristianos en todos los ámbitos de la actividad humana. La finalidad del Movimiento se logra mediante una estrategia y un método. La estrategia consiste en buscar (etapa del precursillo) a las personas clave en los distintos ambientes, convertirlas a una relación más profunda con Dios haciendo que acepten su papel de apóstoles laicos y luego vincularlas para su apoyo mutuo y eficacia apostólica (etapa del poscursillo).

El cursillo de cristiandad es un período de tres días de renovación o de despertar espiritual que intenta transmitir un nuevo sentido de los aspectos dinámicos y personalistas de la fe cristiana. El fin de semana es una experiencia intensiva de vida comunitaria cristiana centrada en Cristo y construida en torno a 15 charlas (diez a cargo de laicos, cinco de sacerdotes), la participación activa en los debates y actividades relacionadas, y la celebración de la Liturgia. El programa de seguimiento se centra en pequeñas reuniones semanales de tres a cinco personas y en reuniones de grupos más grandes, llamadas ultreyas, en las que los participantes comparten experiencias y conocimientos derivados de su vida de oración, estudio y acción apostólica.

El nombre que más se menciona en relación con el desarrollo del cursillo es el de Juan Hervás, obispo de Ciudad Real, España. Sin embargo, en sus propios escritos, el obispo Hervás rechazó la idea de que el producto final fuera obra de una sola persona. Dijo que los cursillos fueron producidos por un equipo de clérigos y laicos que trabajaron bajo el estímulo y la dirección de su obispo y que los colaboradores individuales prefirieron permanecer en el anonimato. La evidencia disponible indica también que el desarrollo del cursillo fue un proceso gradual y que el producto final fue el resultado de mucha experimentación y revisión.

El cursillo parece haber estado en uso en su forma actual en España alrededor de 1949. Apareció por primera vez en los Estados Unidos entre los pueblos de habla hispana del suroeste, especialmente en Texas. Los Cursillos de Cristiandad en español se extendieron desde esta zona hasta los extremos de la nación, Nueva York y San Francisco, y hacia el norte hasta Michigan y sus alrededores.

El Movimiento opera en el marco de los planes pastorales diocesanos y parroquiales, y funciona de forma autónoma en cada diócesis (120 en EE.UU.) bajo la dirección del obispo. La responsabilidad del crecimiento y la eficacia recae en un secretariado diocesano y en una escuela de líderes diocesana, o en ambos. En 1977, cuando en España se celebraba el vigésimo octavo aniversario del primer cursillo, el Movimiento estaba operativo en los cinco continentes, en casi cincuenta países, con un total de 857 diócesis; hay dos millones y medio de cursillistas, de los cuales casi 500.000 están en EE.UU.

La estabilidad y la aceptación del Movimiento de Cursillos por parte de la jerarquía no habrían sido posibles sin que fuera aceptado y alentado por la Santa Sede. Pablo VI fue el primer Papa que habló del Movimiento. En 1963, nombró a San Pablo su patrono. Más tarde, en una alocución del 28 de mayo de 1966, con motivo de la primera Ultreya Mundial en Roma, señaló que la vida cristiana contiene muchas riquezas de las que los cristianos no son conscientes y elogió el Cursillo por hacer posible recordar estas riquezas a un nivel consciente y su capacidad para enriquecer a los cursillistas con un sensus ecclesiae. Recordó a los cursillistas que deben tomar la iniciativa de renovar el mundo para Cristo mediante la aplicación de los documentos del Concilio Vaticano II.

El Movimiento de Estados Unidos está supervisado por una junta nacional de 24 sacerdotes y laicos y por el Obispo Joseph Green de Adrian, Michigan, que es el Asesor Episcopal Nacional del Movimiento y el enlace con la Conferencia Nacional de Obispos Católicos. El Centro Nacional está situado en Dallas, Texas, y proporciona a los movimientos locales literatura de Cursillos y material educativo, incluyendo una revista mensual, Ultreya. El impulso moderno de Cursillos de Cristiandad en los Estados Unidos es en términos de evangelización. Se ve a sí mismo como un instrumento de evangelización para la Iglesia en el mundo. Los dos últimos Encuentros Nacionales (1973 y 1977) se han centrado en este tema y en el reto de responder a la necesidad actual de un laicado católico que responda individual y colectivamente a su vocación de ser evangelizadores en el mundo.

Bibliografía: j. hervas y benet, «Los Cursillos de cristiandad: Un magnífico instrumento de renovación cristiana y de conquista apostólica», Cristo al mundo 7 (1962) 161-178, 312-324.

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