14 de julio de 2020

¿Has experimentado náuseas o calambres en el estómago durante un momento de ansiedad? ¿O ha sentido mariposas en el vientre?

Los investigadores están trabajando para comprender mejor este fenómeno y los mecanismos subyacentes que también podrían contribuir a afecciones más graves. Puede ser que su dieta afecte a su estado de ánimo y éste a su digestión. «Todavía no sabemos muy bien cómo nos controlan los microbios nutricionales, pero la comida está en el centro de lo que somos», explicó el Dr. Bohorquez en una entrevista con la Universidad Estatal de Carolina del Norte. La interacción de las neuronas vagales, los neurópodos, las bacterias intestinales y las hormonas neuropéptidas contribuye a la actividad cerebral y a la salud intestinal. Los científicos están investigando actualmente formas de promover una comunicación saludable entre el intestino y el cerebro, así como de identificar lo que dificulta su relación.

«Todavía no sabemos muy bien cómo nos controlan los microbios nutricionales, pero la comida está en el centro de lo que somos», explicó el Dr. Bohorquez en una entrevista con la Universidad Estatal de Carolina del Norte.


El eje intestino-cerebro (GBA), también conocido como conexión intestino-cerebro, se refiere a la comunicación bidireccional entre el sistema nervioso central y el sistema nervioso entérico que conecta el comportamiento cognitivo y el digestivo. El sistema nervioso entérico se ha descrito como un segundo cerebro en el tracto gastrointestinal que regula la digestión (Carabotti et al, 2015). El GBA no solo es responsable de las mariposas en el estómago, sino que también puede ser el factor subyacente de algunas afecciones psiquiátricas, gastrointestinales y neurológicas como el Trastorno Depresivo Mayor, el Síndrome del Intestino Irritable y la Enfermedad de Parkinson.

Entonces, ¿cómo se comunican el intestino y el cerebro? Los científicos han identificado varios componentes fisiológicos que contribuyen a su relación.

El nervio vago es la superautopista central de comunicaciones

Hay 500 millones de neuronas en el tracto gastrointestinal. Sin embargo, nuestro conocimiento del intestino es primitivo en comparación con otros órganos sensoriales como la lengua y la nariz. El nervio vago es la principal vía que conecta el cerebro con el intestino. Va desde el cerebro, pasando por los pulmones, el corazón, el bazo, el hígado y los riñones, hasta llegar a los intestinos. Curiosamente, si se seccionan, los intestinos pueden seguir funcionando sin la dirección del sistema nervioso central (Briet et al, 2018).

Las células neuropodales son mensajeros especializados en el intestino

Según la investigación del neurocientífico de la Universidad de Duke Dr. Diego Bohorquez, las células neuropodales especializadas del revestimiento de la pared intestinal se comunican con las neuronas vagales al ser estimuladas por moléculas del intestino, como los nutrientes presentes en las partículas de los alimentos, las bacterias o los patógenos. Esta comunicación puede ocurrir en cuestión de segundos. En un estudio de 2018, Bohorquez y sus colegas investigadores explican: «Las señales sensoriales que estimulan el intestino podrían ser potencialmente manipuladas para influir en funciones cerebrales y comportamientos específicos, incluidos los vinculados a la elección de alimentos.» Esto tiene grandes implicaciones para futuras aplicaciones en el tratamiento de la obesidad. (Kaelberer et al, 2018).

La diversidad en el microbioma intestinal es un indicador de la salud mental

El microbioma intestinal está formado por billones de bacterias en el intestino. El microbioma pesa más que el cerebro: ¡más de 4 libras! Las cepas bacterianas del intestino producen neurotransmisores y ácidos grasos de cadena corta que estimulan el sistema nervioso. Se ha descubierto que determinados tipos de bacterias mejoran la memoria y regulan el estrés (Ferranti et al, 2014). En los últimos años, ha aumentado el interés por el estudio de los psicobióticos, bacterias específicas que tienen beneficios para la salud mental cuando se ingieren, y la práctica de trasplantes fecales (Sarkar et al, 2016).

Las neuronas del intestino liberan hormonas gastrointestinales

La señalización neuroendocrina se produce cuando las bacterias del intestino activan las células enteroendocrinas del revestimiento de la pared intestinal para liberar neuropéptidos como la colecistoquinina, que es una hormona de la saciedad bien estudiada (Hirokazu et al, 2018). Además, más del noventa por ciento de la serotonina, una hormona que ayuda a aumentar la sensación de felicidad, se produce en el intestino. La serotonina desempeña un papel importante en la regulación del estado de ánimo (Yano et al, 2015).

Takeaways

Esta investigación contribuye a un creciente cuerpo de evidencia que sugiere que la GBA es un objetivo prometedor para las terapias médicas en el tratamiento de algunos trastornos. Aquí hay algunas cosas que puedes hacer para mejorar la relación entre tu cerebro y tu intestino:

  1. La dieta mediterránea, rica en polifenoles y ácidos grasos omega-3, ha demostrado mejorar la GBA en revisiones sistemáticas de múltiples ensayos clínicos (Morkl et al, 2018).
  2. Considere la posibilidad de añadir alimentos ricos en fibra para alimentar las bacterias saludables de su intestino y alimentos fermentados que contienen bacterias beneficiosas que contribuyen a la diversidad de su microbioma intestinal.
  3. Mejore el tono vagal y la GBA con ejercicios de respiración profunda. Involucre a su diafragma e inhale lentamente desde el fondo de sus pulmones hasta la cuenta de cinco. A continuación, exhale lentamente hasta la cuenta de cinco y repita. También se ha comprobado que la meditación y la actividad física mejoran el tono vagal y el GBA.
  4. Evite la cafeína, que puede amplificar el nerviosismo y la ansiedad y agitar las molestias intestinales. Intenta cambiar el café por infusiones que tengan menos cafeína y bebe mucha agua.
  5. ¡Escucha a tu intestino! Si está experimentando un trastorno digestivo, tenga en cuenta su estado de ánimo. Podrías mejorar tu salud intestinal abordando tu salud mental.

Breit, S., Kupferberg, A., Rogler, G., & Hasler, G. (2018). El nervio vago como modulador del eje cerebro-intestino en los trastornos psiquiátricos e inflamatorios. Fronteras de la psiquiatría. https://doi.org/10.3389/fpsyt.2018.00044

Carabotti, M., Scirocco, A., Maselli, M., & Severi, C. (2015). El eje intestino-cerebro: interacciones entre la microbiota entérica y los sistemas nerviosos central y entérico. Annal of Gastroenterology, 28(2), 203-209. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4367209/

Ferranti, E., Dunbar, S., Dunlop, A., & Corwin, E. (2014). 20 cosas que no sabías sobre el microbioma intestinal humano. Journal of Cardiovascular Nursing, 29(6), 479-481. https://doi.org/10.1097/JCN.0000000000000166

Hirokazu, F., Xu, X., & Miwa, H. (2018). Papel del eje microbiota intestinal-hormona intestinal en la fisiopatología de los trastornos gastrointestinales funcionales. Revista de neurogastroenterología y motilidad, 24(3), 367-386. https://doi.org/10.5056/jnm18071

Kaelberer, M., Buchanan, K., Klein, M., Barth, B., Montoya, M., & Shen, X. (2018). Un circuito neuronal intestino-cerebro para la transducción sensorial de nutrientes. Science. https://doi.org/10.1126/science.aat5236

Morkl, S., Wagner-Skacel, J., Lahousen, T., Lackner, S., Holasek, S., & Bengesser, S. (2018). El papel de la nutrición y el eje intestino-cerebro en la psiquiatría: Una revisión de la literatura. Neuropsicobiología, 1-9. https://doi.org/10.1159/000492834

Sarkar, A., Lehto, S., Harty, S., Dinan, T., Cryan, J., & Burnet, P. (2016). Los psicobióticos y la manipulación de las señales bacteria-intestino-cerebro. Trents in Neurosciences, 39(11), 763-781. https://doi.org/10.1016/j.tins.2016.09.002

Terlouw, J. (2020, 17 de enero). Charla sobre la barriga: El doctor Diego Bohorquez y la neurociencia del intestino. https://cals.ncsu.edu/international-programs/news/tummy-talk-dr-diego-bohorquez-and-the-neuroscience-of-the-gut/

Yano, J., Yu, K., Donaldson, G., Ismagilov, R., Mazmanian, S., &Hsiao, E. (2015). Indigenous Bacteria from the Gut Microbiota Regulate Host Serotonin Biosynthesis. Cell, 161(2), 264-276. https://doi.org/https://doi.org/10.1016/j.cell.2015.02.047

Estos recursos fueron desarrollados por Lauren Fiabane, pasante en el Duke Diet & Fitness Center y el equipo de Duke Health & Well-Being Nutrition:

Duke Diet & Fitness Center
Elisabetta Politi, RD, MPH, LDN, CDE – Nutrition Director
Christine B. Tenekjian, MPH, RD, LDN – Dietista Clínica

Duke Health &Centro de Fitness
Kara Mitchell – Gerente de Bienestar, Fisióloga del Ejercicio &Dietista/Nutricionista
Samantha Mendelowitz – Dietista/Nutricionista – Dietista Clínica
Jenni Biggs – Dietista/Nutricionista – Dietista Clínica, Educadora Certificada en Diabetes

Medicina Integral de Duke
Joanne Gardner, MS, RDN, LDN – Dietista Integrativa / Nutricionista
Jill Brown, MS, RDN, IFNCP, CLT – Dietista Integrativa / Nutricionista
Gretchen L. Hofing, MPH, RD

Acerca de Duke Health &Nutrición para el bienestar &Servicios de estilo de vida

Nuestros servicios de nutrición individualizados se utilizan para tratar condiciones de salud específicas, controlar el peso de forma saludable y alcanzar una vitalidad óptima a través de una dieta saludable. Nuestros nutricionistas entienden que ponerse en el camino correcto hacia sus objetivos de salud es un proceso que requiere apoyo, ajustes y dar pequeños pasos para hacer cambios duraderos y positivos. Trabaje con un nutricionista para descubrir la conexión entre los alimentos, el movimiento, el estrés y el descanso, y realice cambios estratégicos en su dieta que le ayudarán a alcanzar sus objetivos.

Servicios disponibles
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